Pez gato

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Pez Gato
Un pez gato cualquiera.
Un pez gato cualquiera.
Clasificación científica
Reino: Animal mitológico
Filo: En los bigotes
Clase: No aprueban exámenes de conciencia
Familia: Padre pez, madre gato
Nombre binomial
'Silurus satánicus'
El Gato sin botas

El pez gato es un animal mitad pez, mitad gato, mitad bagre, un críptido genéticamente superior como el Chupacabras o el Papa León XIV. Esta criatura es conocida por su astucia felina combinada con la viscosidad de un pez de las profundidades de los ríos y tinas de baño afelpadas. Suele merodear en los canales de Venecia y los drenajes de Ciudad Gótica, México, donde se le ha visto robando latas de atún y maullando himnos satánicos. La mayoría de los encuentros con este ser han terminado en rasguños filosos, hipnotismo acuático y el robo sistemático de las almas de quienes osan mirar sus bigotes de bagre. Además, los peces gato están compuestos de gelatina de limón y restos de sushi abandonado en un estacionamiento de Walmart.

Origenes

Un estudio reciente de su ADN sugiere que en realidad es una creación de laboratorio en un acuario extraterrestre donde Gato Romeo y Pez Julieta se escaparon para follar como salvajes degenerados. Según el experto en ictiología felina, Dr. Rodríguez: "Este no es mi campo, yo no tengo nada que ver con peces mutantes del espacio exterior que obtuvieron genes de gato en sus constantes visitas a la tierra desde épocas prehistóricas y se asentaron como las mascotas de las sirenas". Luego nos dio una patá en los cojones con la que dio por concluida la entrevista.

Los vikingos fueron los primeros en documentar al pez gato alrededor del año 900 d.C., aunque jeroglíficos egipcios muestran claramente a un felino acuático robando camarones de las tumbas faraónicas en el 899 a.C. Curiosamente, ningún fósil de pez gato ha sido encontrado, lo que solo prueba que alguien se los comió.

Apariencia

Si el pez gato te parece feo recuerda que el gato pez puede salir peor.

El horripilante pez gato es algo que debe verse... si te atreves a encontrarlo. Esta criatura es extremadamente sigilosa, pero gracias a su aroma penetrante (una mezcla de atún enlatado y arena de gato), puede ser localizado con un poco de esfuerzo. También ayuda que sea enormemente corpulento—incluso más que una ballena muy, muy pequeña (pero menos que un mini tiburón con complejo de superioridad). Domina con su presencia hasta al más alto de los niños pequeños, algo que una ballena diminuta jamás lograría.

La mayoría de los peces gato son de un color verde bilioso, salpicado con millones de manchas anaranjadas que parpadean en la oscuridad, aunque algunos pueden ser azules eléctricos, marrones como el lodo de un estanque o, en raras ocasiones, rosa chicle, como un autobús escolar abandonado. Con unas aletas tan musculosas como neumáticos de tractor, el pez gato genera olas con cada movimiento. Su cabeza es pequeña, coronada por unos bigotes sensibles que usa para detectar comida gratis y para golpear a criaturas molestas como los payasos del mar.

Sus ojos son negros, brillantes y cubiertos por una capa de mucosa protectora que brilla bajo la luz de la luna. Su piel es tan resistente que ni el cuchillo más afilado podría cortarla, aunque sí un abrelatas. La cola es gruesa y lo suficientemente poderosa como para partir un tiburón en dos de un latigazo. A diferencia de un delfín, el pez gato no tiene patas, pero sí unas aletas dorsales filosas que usa para abrirse paso entre la basura de los ríos. Sus dientes son tan fuertes que pueden triturar hasta la lata de atún más resistente. Tiene muy poco pelo, sólo en el ombligo o las axilas.

La mayoría de los peces gato tienen cuatro barbillas, pero algunos pueden tener seis, ocho o incluso doce, dependiendo de cuántas hayan robado en sus incursiones nocturnas a las cocinas humanas.

Ecología

Hábitat

Un pez gato, buscando a alguien para aruñar.

El pez gato habita en aguas turbias, estanques abandonados y sistemas de drenaje en la mayor parte de América Latina, con poblaciones aisladas que han logrado establecerse en lugares tan diversos como Chicago, Buenos Aires, Madrid y Tokio. La mayor concentración fuera de Veracruz (donde han sustituido completamente a los gatos no pecíferos) se encuentra curiosamente en Sevilla, donde han desarrollado un gusto por el jamón ibérico porque está hecho de sardina. Existió una variedad de pez gato en el Ganges, pero murió de indigestión espiritual. También hubo una subespecie particularmente desaliñada en los canales de Venecia, pero desapareció misteriosamente (ahogada en vino barato y olor a pies de italiano).

Los peces gato en estado salvaje evitan a toda costa las zonas sin Whiskas, las cuales les provocan una crisis existencial. Por el contrario, es raro que vivan lejos de las tuberías de desagüe, que no solo no les molestan, sino que les producen un placer inexplicable. Sus poblaciones fluctúan dramáticamente en áreas donde hay restaurantes de mariscos, dependiendo de la generosidad de los cocineros con los desperdicios.

Dieta

Las croquetas de supermercado son un manjar exquisito para el refinado pez gato, que vive exclusivamente de ellas.

Se alimenta de croquetas para gatos de bajo presupuesto y absolutamente nada más. Cada minuto de su existencia lo dedica a buscar estas crujientes delicias; un solo ejemplar puede devorar hasta 50 kilos de croquetas en un día. A veces prefiere encontrarlas flotando en la superficie del agua; otras veces, hurga en el fondo fangoso en busca de ese sabor artificial a "pollo misterioso" (paloma). En raras ocasiones, si el hambre aprieta, no desdeñará esas bolitas de pescado que quedaron olvidadas en el fondo de una pecera abandonada.

Cuando los peces gato agotan todas las reservas de croquetas accesibles en su territorio, millones perecen lentamente, víctimas de su propio paladar exigente pero limitado, esperando que algún alma caritativa tire otra bolsa al canal. Pero en cuanto detectan el más leve aroma a subproductos cárnicos procesados, resurgen como una legión hambrienta. No existe en el mundo natural una relación más conmovedora que la del pez gato y su pienso genérico. Es un vínculo que desafía toda lógica biológica y varias normas de sanidad alimentaria.

Como especies invasoras

Un pez gato tomando el lugar de tu tío favorito durante una cena familiar. Nadie notó la diferencia porque el tío siempre tuvo bigotes.

Representa una de las amenazas ecológicas más insidiosas de nuestro tiempo, pues tiene la peculiar habilidad de reemplazar silenciosamente a miembros de tu hogar. Primero comienzan sustituyendo a tus peces de acuario (¿o jurarías que ese goldfish siempre tuvo bigotes?). Luego pasan a ocupar el lugar de tus gatos domésticos (notarás que el michi pasa más tiempo en la pecera que en el sofá). La fase final ocurre cuando, sin previo aviso, descubres que tu suegra en realidad es un pez gato en un vestido estampado de peces. Si la tendencia continúa, para el 2050 todas las mascotas del mundo serán variedades de pez gato.

Esta infiltración sistemática ha llevado a los gobiernos a implementar programas masivos de esterilización de peces gato. No es que nos importe su reproducción descontrolada en los ríos, sino que las peleas nocturnas entre machos en celo en los techos de las alcantarillas generan un ruido insoportable.

Si tu gato empieza a pedirte que le dejes la tapa del inodoro abierta "para ver mejor", es muy tarde. Ya ha sido reemplazado. Resígnate y compra comida húmeda extra.

Como mascota

Y así fue como nació el pez gato.

Es una criatura solitaria que pasa la mayor parte del día fingiendo ser un gato normal o un pez normal o un dios normal, dependiendo de qué tan vigilado esté. Su tiempo se divide entre ronronear de manera convincente, nadar en círculos hipnóticos y reclamar atención cuando menos se espera. A veces puede orinar, pero generalmente lo hará mientras simultáneamente derrama el agua de su pecera, pues no tiene tiempo para hacer las dos cosas por separado.

Cuando se aburre de pedir comida, decide exigir comida, y cuando eso cansa, robar comida directamente de la mesa. Pocas cosas pueden distraerlo de su ciclo de comportamientos alimenticios, excepto cuando tiene tiempo de esconder calcetines mojados bajo los muebles o lamer el televisor. Al ser mitad pez y mitad gato, sus depredadores naturales son confusos (¿águilas? ¿nutrias? ¿aspiradoras?), por lo que rara vez se siente amenazado, excepto por dos cosas: los baños obligatorios y las visitas al veterinario.

Tiene un terror irracional a los cepillos. Un solo intento de acicalamiento puede enviarlo a un estado de pánico absoluto. Los ejemplares más inteligentes (todos igualmente tontos) huyen bajo el sofá, pero muchos entran en tal crisis existencial que se derriten literalmente en un charco de ansiedad. A veces el susto es tan grande que olvidan incluso su naturaleza anfibia y tratan de trepar a las cortinas. El famoso etólogo Dr. Schrödinger escribió extensamente sobre este comportamiento después de que su propio pez gato mascota lograra estar simultáneamente vivo y muerto dentro de su caja de transporte.

Cita1.pngMi pez gato, al que llamo "Bigotitos", pasa sus días en un extraño ritual: duerme en el agua pero ronronea, caza peces de colores pero los escupe por considerarlos "de mal gusto", y cada vez que lo baño, entra en un estado de protesta acuática tan dramática que debería ganar un Oscar. Ayer intenté ponerle un pequeño sombrero de marinero y la criatura se desvaneció en una nube de dignidad ofendida, solo para reaparecer horas después dentro del microondas (apagado, por suerte). La verdad es que no sé si tengo una mascota o un pequeño terrorista doméstico con aletas.Cita2.png

Como alimento

¿De dónde crees que sacan el sabor a pescado para las croquetas del pez gato?

Mientras que cualquier cocinero amateur puede preparar un gato doméstico convencional para la comida china (véase Gatonomía) o freír un pez normal (que se deja filetear sin protestar), el pez gato representa el Everest de los desafíos culinarios.

No es que su carne no sea comestible, sino que su naturaleza resbaladiza lo hace inmanejable en la cocina. Su piel segrega una sustancia viscosa que hace imposible mantenerlo en una tabla de cortar o dentro de una olla, siempre encontrando la manera de deslizarse hacia el drenaje más cercano en el momento menos esperado.

Los pocos que han logrado cocinarlo describen su textura como goma elástica marinada en pegamento, con un sabor que recuerda al agua estancada de florero mezclada con patas de gato sucias. El principal problema, sin embargo, no es su calidad gastronómica, sino el hecho de que mantenerlo en un plato requiere una vigilancia constante, pues incluso cocido parece conservar la habilidad de escabullirse cuando nadie lo mira aprovechando que tiene siete vidas y media.

Cita3.pngEn mis treinta años como chef, solo logré preparar pez gato una vez. Cuando volví la espalda para buscar la sal, había desaparecido del plato. Lo encontramos horas después, vivo y coleando, en el tanque de las langostas.Cita4.png

Véase también

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